Como cada año en la Semana por la vida, que celebramos siempre en nuestro Colegio en torno a la fiesta de la Anunciación, nueve meses antes del día de Navidad, hemos procurado ofrecer a nuestros alumnos ejemplos y testimonios de personas que, sabiendo el valor infinito de cada vida, han tenido que tomar decisiones valientes y arduas para sacar adelante una vida amenazada, sabiendo que era un don y un regalo que ellos se sentían en la obligación de custodiar y preservar.
Este año hemos tenido la suerte de contar con unos invitados de excepción, María e Israel, padres de nuestro Colegio – además, ella maestra en nuestro claustro de Infantil – que han traído para nuestros alumnos y familias un gran testimonio de coraje y amor a la vida.
María e Israel, padres de cuatro hijos, recibieron la gran noticia de un nuevo embarazo, ¡una niña, tan esperada después de cuatro hijos varones! Pero nada más recibir la alegría de la buena nueva, llegaron pronto las dificultades: el embarazo no presentaba una evolución normal, su hija sufría una malformación cerebral con pronóstico muy grave: tan grave que los médicos les aseguraban que su hija moriría antes de nacer o a los pocos minutos.
Pese a que todas las recomendaciones de sus médicos iban en otra dirección, ¡estos padres decidieron que sea el Señor el que decida hasta cuando debía vivir su hija!
La realidad es que Loreto nació, Loreto superó los primeros minutos de vida, ¡algo impensable para sus médicos!, superó los primeros días… Loreto recibió el alta médica, con el asombro de todo el equipo médico, y Loreto tiene ya más de 9 meses de vida. No se ha curado de su enfermedad, pero disfruta en su casa del calor y el cariño de su familia.
Como nos dijo su padre Israel en la charla que nos ofrecieron, “el diagnóstico prenatal de los médicos era correcto, lo que no fue correcto fue su pronóstico”, y es que Loreto vive, ¡ya lo creo que vive, vive y sonríe, nosotros lo hemos visto!
Aquella que moriría en el seno de su madre o a los pocos minutos de nacer, porque su pronóstico era absolutamente incompatible con la vida, camina ya y se prepara para celebrar su primer cumpleaños, rodeada del cariño de sus padres y hermanos, y ha enriquecido ya con su sonrisa a su familia y, desde luego, a todos los que pudimos escuchar el hermoso testimonio de sus padres y de Mateo, su hermano mayor, un valiente que quiso contarnos cómo ha vivido él esta historia de sufrimiento y alegría que le ha tocado vivir a temprana edad.
¡Bravo por toda la familia, María, Israel, Mateo y hermanos!, que Dios os pague vuestra fortaleza, amor a la vida y confianza en Dios en medio de la cruz y la prueba.